
Soy Luis Guillermo Soto Zambrano
Psicólogo y conferencista. Mi vida está dedicada al servicio del amor por los enfermos, lo aprendí desde que me vi enfrentado a vencer el sufrimiento en un momento de enfermedad que casi me lleva a perder la vida. Siete quistes en la raíz del tallo cerebral, cinco malformaciones arteriovenosas en mi cerebro, entre otras cosas, fue lo que golpeó mi vida, perdiendo la movilidad, equilibrio, visión, audición. Es decir, mi autonomía. No solo fue mi salud, lamentablemente, también perdí lo que los seres humanos amamos con todo el corazón: mi familia (esposa e hija).
Aprendí que en la vida el sufrimiento es inevitable y hace parte de nuestra existencia. Es justamente ahí, en medio del sufrimiento donde decides: ¿te fortalece o te hunde?
Ahora como profesional y con la experiencia que dejó mi enfermedad, soy un digno represéntate del amor por el ser humano. Me he especializado en temas relacionados con el acompañamiento a cuidadores de personas con cáncer. Me enfoco en el fortalecimiento de habilidades psicológicas y emocionales, ya que ayudan enormemente en la recuperación de la salud y la felicidad tanto del enfermo como del cuidador.
Divorcio y enfermedad.
A mi memoria llegan los recuerdos de la mamá de mi hija, ya que ella fue mi esposa por 9 años y 4 más de noviazgo. Teníamos alrededor de 29 años, nos acompañaba una hermosa hija que en ese entonces tenía 10 años. .
Para esa época trabajaba como profesor de manualidades y hacia otras actividades para generar entradas adicionales. Llevábamos un año desde que me comenzaron los síntomas en el deterioro de mi salud. Y no faltaba demasiado tiempo para que la relación matrimonial diera una vuelta de 180 grados y fuera el final de todo, como quien dice final, final no va más.
Me dolió hasta la médula y solo me acuerdo de que mi vida ya no tenía sentido. Ya había perdido lo que yo pensaba que era lo último, pero en realidad no fue lo último, me quedaba el amor propio y me podía mover, no de la misma manera, pero lo suficiente para seguir adelante.
Todo eso lo cuento para decirles que me uno a cada uno de ustedes, que comprendo la situación actual de la enfermedad y también comprendo profundamente si además de la enfermedad están pasando por un mal momento con la pareja.
Una de las situaciones que me ayudó a tomar la decisión de acompañar a los cuidadores de pacientes con cáncer es que entendí que para ellos también es difícil cargar con esa situación, que no saben cómo actuar y que en ocasiones el miedo los puede hacer huir.
Impacto frente a mí enfermedad.
Sin lugar a duda, lo que más me afectó después del dictamen médico no fue la propia enfermedad física, sino los pensamientos que vinieron a mi cabeza.
Los malos pensamientos se apoderaron de mí. Lamentablemente, ese fue el inicio de mis problemas psicológicos; mis pensamientos catastróficos eran tan recurrentes que se convirtieron en obsesivos.
Comencé a sentir que todo lo que yo pensaba era real. Solo recuerdo que mi vida ya no tenía sentido, me la pasaba llorando y llorando no podía comer, no dormía no me podía concentrar y al poco tiempo me diagnosticaron ansiedad generalizada y depresión.
Cuidadores en mi enfermedad
Nunca voy a olvidar las palabras de aliento de mi hermana y mi mama en el sufrimiento frases como: “Estamos aquí contigo, no está solo, lucharemos juntos”. Sus palabras, empatía, cariño y amor llenaron mi vida de esperanza.
En esos momentos en el cual mi salud estaba en un estado lamentable, lo que recupero mi felicidad fue que me sentía cuidado, amado y respetado por mi familia. Mi madre y mi hermana estaban dispuestas a cuidarme, pero carecían de los conocimientos necesarios. En ese momento, fue crucial recibir capacitación en cuidados, centrándonos especialmente en aprender cómo proporcionar apoyo psicológico tanto para mi familia como para mí.
En esos momentos y ahora como profesional entendí lo que significan los cuidadores en la vida de un enfermo, ya que ellos se convierten en la persona que camina con la persona enferma por el sendero de la adversidad.